El auge de la sustentabilidad y la incorporación de consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en las carteras es una de las tendencias de inversión más importantes de 2021. Pero en medio de todo el alboroto sobre la cantidad de capital que fluye hacia inversiones sustentables, hay transformaciones más profundas y silenciosas en el trabajo. De hecho, creemos que estos flujos presagian una próxima ola de disrupción.

El aumento de las inversiones, tanto de personas como de instituciones, en estrategias sustentables refleja un nuevo compromiso entre los inversores para desplegar su capital de manera que pueda generar rendimientos financieros y producir un impacto positivo. Con el tiempo, estamos presenciando un cambio de un enfoque basado en la evaluación de riesgos ESG a uno basado en el resultado del impacto dentro del mercado de inversión sustentable. en dinero nuevo en 2020, según datos de Morningstar, a medida que aumentó la preocupación de los inversores por el malestar social y el aumento de la desigualdad durante la pandemia de Covid-19. Para poner ese número en perspectiva: las entradas del año pasado solo igualaron aproximadamente los flujos acumulados de la década anterior. 

La forma en que todo este capital se implemente en última instancia cambiará no solo la forma en que los inversores evalúan el valor de las empresas en las que invierten, sino también las ofertas que estas empresas traen al mercado. Específicamente, creemos que este flujo masivo de fondos provocará interrupciones en tres áreas: 

En primer lugar, las carteras de inversión reflejarán los valores con mayor precisión que antes. Hoy en día, los inversores más jóvenes están repensando la afirmación del economista Milton Friedman de que los mercados tienen un precio eficiente. “Hay una y solo una responsabilidad social de las empresas: usar sus recursos y participar en actividades diseñadas para aumentar sus ganancias”, escribió en 1970. Cuando Friedman ganó el premio Nobel de economía unos años más tarde, pocos inversionistas sacaron una idea clara. conexión entre su política y sus carteras. Hoy, los millennials exigen un sistema de capitalismo más sustentable y están poniendo su dinero donde está su boca. Entre los inversores de 18 a 34 años, el 52% prefiere comprometer su capital en inversiones sustentables en lugar de estrategias tradicionales, en comparación con sólo el 28% de los inversores de 65 años o más, según un estudio de 2018 de Schroders. Las empresas están modificando su comportamiento para reflejar esta nueva mentalidad del capitalismo de las partes interesadas, o la creencia de que las empresas deben considerar el bienestar de todas las partes interesadas, no solo de los accionistas. Un ejemplo es cómo muchas corporaciones estadounidenses denunciaron las nuevas leyes electorales en Georgia como antidemocráticas porque, en estos días, los consumidores esperan que sus marcas favoritas tomen una posición sobre los grandes temas del día.

> En segundo lugar, el impacto se medirá de formas nuevas e innovadoras. Una vez que las empresas acepten que las generaciones más jóvenes quieren medir los resultados corporativos a través de una combinación de ganancias e impacto, los informes financieros evolucionarán a partir de métricas tradicionales como las ganancias por acción y la relación precio-beneficio. George Serafeim de la Escuela de Negocios de Harvard predice que las corporaciones y los inversores desarrollarán nuevas formas de evaluar el desempeño, utilizando metodologías de contabilidad ponderadas por impacto. Serafeim sostiene: “La única manera de tener un desempeño superior en esta nueva era será que las empresas conviertan los asuntos esenciales de ESG en el centro de sus… operaciones… y luego midan y comuniquen su desempeño superior”. Creemos que para 2030, la información financiera ponderada por impacto será la corriente principal. Los administradores de activos ya están experimentando cómo medir el impacto de las estrategias de inversión sustentable. Entre los enfoques que se están explorando está medir e informar sobre la "temperatura" de una cartera, como en "¿Sus inversiones están a la altura de los objetivos de cambio climático contenidos en el Acuerdo de París?" Una vez perfeccionadas, dichas métricas podrían facilitar las comparaciones entre estrategias sustentables y facilitarán la medición del impacto de una cartera.